¿POR QUÉ DEBEMOS ORAR?
Lo que oramos es nuestra relación con Dios. La oración es como respiración al igual que las personas que respiran. Es el aliento del creyente. Si la respiración se detiene, la vida se termina. Así como la respiracion nunca se detiene, debemos vivir siempre orando con fe y formando una relación con Dios buena.
ENTONCES, ¿CÓMO PODEMOS ORAR? (Mateo 6:9-13)
Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
¿A QUIÉN SE DA NUESTRA ORACIÓN?
Es al Padre. ¿Dónde está el Padre? Él está en el cielo. Nuestra oración es hacia el Padre, a Dios en el cielo.
Hay cinco oraciones. Las dos oraciones anteriores son públicas, y las tres oraciones de la última parte son personales. Cuando oramos, para que nuestra oración vaya a Dios, hay algo que debemos pedir a Dios, que es la oración pública; Santificado sea tu nombre y venga tu reino. Que el nombre de Dios sea santificado por aquel que cree en Jesús. Y debemos orar con corazón sincero para que venga su reino. Los temas fundamentales y esenciales se oran para que nuestra oración no se vuelva egocéntrica y egoísta. A continuación viene, una de las oraciones personales de tres cosas, es acerca del pan diario. Esta es la cuestión del presente. La segunda es sobre el perdón. Pedir perdón es la cuestión del pasado. Este es el arrepentimiento de los pecados ayer. En tercer lugar, no nos dejes caer en la tentación. Esto es cuestión del futuro. Debemos orar para no ser tentados. Incluso si la prueba viene, debemos orar por poder superar.