Juan 13:18-30
18 No hablo de todos vosotros; yo sé a quienes he elegido; mas para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.
19 Desde ahora os lo digo antes que suceda, para que cuando suceda, creáis que yo soy.
20 De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.
21 Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar.
22 Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba.
23 Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús.
24 A éste, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba.
25 El entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es?
26 Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón.
27 Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto.
28 Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió por qué le dijo esto.
29 Porque algunos pensaban, puesto que Judas tenía la bolsa, que Jesús le decía: Compra lo que necesitamos para la fiesta; o que diese algo a los pobres.
30 Cuando él, pues, hubo tomado el bocado, luego salió; y era ya de noche.
Jesús dijo “uno de ustedes me va a traicionar”, que “los Doce están limpios”, aunque no todos y cada uno de ellos. Se refería a Judas. La impureza y suciedad de Judas, a quien Jesús aludia mediante su remarcación, no era acerca de sus pies, sino en su corazón.
Este no limpio, el traidor, se encuentra ahora en la Última Cena. Jesús lo invitó a la mesa y le lavó los pies también. Y le dio un trozo de pan después de haberlo sumergido en el plato.
En el inicio, esto pareciera un mecanismo por parte de Jesús para exponer a Judas. Pero en realidad es exactamente lo contrario. En el Oriente se acostumbraba a comer sentados o de cuadratura sobre un plato en común. Del plato, los participantes tomaban con los dedos, o pan doblado, para obtener la comida que quisieran. Cuando los invitados se presentaban, el anfitrión, si queria honrar en forma especial a uno de ellos, le doblaria un pedazo de pan como en forma de cuchara, lo sumergiria en el plato y tomaria un bocado a elección, entreganolo al huésped como un privilegio especial. Esto hizo Jesús con Judas. No era por lo tanto ningún esfuerzo para exponer a Judas. Fue un intento para protegerle.
Era el ultimo esfuerzo de Jesús, para ganar a Judas. Fue asi como si dijera: «Judas, esta noche eres mi invitado más honorable. Esta noche tú eres mi mejor amigo.”
Sin embargo, Judas no pudo acarriar ese amor de Jesucristo. Y fue demasiado lejos como para volver atrás. Él estaba condenado, no por cualquier acción de Jesús para exponerlo, sino por el amor de Cristo para salvarlo. Judas deja finalmente la última exhortación de amor de Cristo. ¿Por qué renunciaria a este amor?
Porque él no podía comprender el amor del Señor, para él todos los actos del Señor habían sido como escarnio, ridiculos y sin sentido. Su propia ambición frustrada, la codicia y la deshonestidad lo llevó más lejos y más lejos de Cristo. Al final, rechazó el amor de Cristo y se fue por la ruta que no tiene punto de retorno. Pero Judas no tenía excusas. Fue elegido por Cristo para ser un discípulo. Se había convertido en un discípulo suyo por propia voluntad. Y fue por su propia elección que se convirtió en un traidor.
“Tan pronto como Judas tomó el pan, salió. Y era de noche” (Juan 13:30).
Aunque se le ofreció el pan de amor, él lo rechazó. Él huyó en la oscuridad de la muerte espiritual. Su corazón estaba demasiado alejado del Señor. Por lo tanto, se alejó del aposento alto, de la luz brillante, donde la verdad radiante del Señor se proclamaba, y desapareció en la noche oscura. Fue ésta una noche perpetua. Esta noche, era la noche oscura de su alma.
“…Qué estáis dispuestos a darme para que yo os lo entregue a ustedes? Y ellos le dieron treinta monedas de plata.” (Mateo 26:15)
Esta es la noche en que Judas traicionará a Jesús. Es una historia muy triste y trágica. Hester H. Cholmondeley nos dice en su poema:
Aún así como en la antigüedad
Hombres por sí mismos se cotizan por un precio
Por treinta monedas Judas se vendió
A sí mismo no a Cristo.
Judas se cotiza a si mismo, y finalmente se vendió mientras vendia a Cristo. Cada uno de nosotros, tambien, aunque capaces de mantenernos por la gracia de Dios, somos libres de caer por nosotros mismos debido a nuestro libre albedrío. Aunque podamos estar con él, si no comprendemos a Jesús y no entendemos su amor, también nosotros nos venderemos a lo que vendemos al Señor, a un precio tan bajo al igual que Judas. Aunque sólo hay una manera de sostenerse, hay miles de maneras por las que cada uno de nosotros puede elegir caer. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” 1 Corintios 10:12